Estaban divididos en cuatro grupos con cuatro jefes: estos líderes ganaban su propia comisión, hasta un 2% del pozo general. Blaksley era generoso con sus vendedores, al menos, con los que más dinero recaudaban. Los premiaba con viajes por el mundo en los que él mismo participaba, las fotos de varios de esos viajes ilustran esta nota. Ningún destino era de cabotaje; la elite de Hope Funds visitó Escocia, Gales, Irlanda, un lujoso crucero por el Mar Báltico.
Una visita a Hawaii en 2013 incluyó estadías en el hotel Hyatt Regency en Waikiki, donde una habitación simple con vista al mar vale 400 dólares la noche. Setenta vendedores participaron de aquel viaje. En una lujosa cena en San Petersburgo, Blaksley, vestido como un noble del siglo XVII, se hizo cantar una canción de homenaje a sí mismo por todos sus empleados sobre cómo un hombre construyó una gran empresa. "Olvidate de ir con la tarjeta, con el pasaporte alcanzaba", afirmó un ex empleado a Infobae. Y todo era pagado por Hope Funds.
La notificación que Blaskley recibió en su casa era un nuevo capítulo en su ruina: 14 de esos empleados, los gerentes y capitanes de mayor jerarquía de su empresa lo demandarán el mes que viene tras el fin de la feria judicial por comisiones y aportes laborales impagos. La demanda alcanza colectivamente un monto de 500 millones de pesos en concepto de indemnizaciones y haberes impagos según asevera el abogado que los representa, el doctor Gonzalo Espinoza Paz.
"Blaksley no solo cambió de domicilio una, sino dos veces. La denuncia será introducida tras el fin de la feria. Lo demandaremos a él y a su socio Federico Dolinkué como responsables solidarios. La solidaridad se extiende por tener trabajadores en negro, no registrados, con aportes retenidos, lo que conlleva una posible denuncia penal por retención indebida", afirma el abogado. Blaksley, irónicamente, fue una víctima de su propio esquema. Figuraba ante la AFIP no como empleador en Hope Funds, sino como empleado: su información previsional reveló aportes impagos hasta mediados de 2016.
Llegar hasta una demanda laboral ante un juez implica instancias agotadas: el paso previo son las audiencias de mediación SECLO de conciliación laboral obligatoria del Ministerio de Trabajo. "Hubo dos. No solo que no fue Blaksley, que fue citado, sino que no fue nadie en representación de Hope Funds", afirma Espinoza Paz.
Los vendedores son figuras ambiguas en la historia, víctimas para algunos, victimarios para otros: muchos de ellos siguieron el clásico esquema Ponzi de venderles mutuos a familiares y amigos que jamás cobrarían, quizás sin saber. Otros, afirma un ex vendedor de Hope Funds que no es parte de la demanda, "siguieron tocando mientras el barco se hundía sabiendo lo que hacían". Los pocos leales que le quedaban a Blaksley tras la presentación de la denuncia por estafa continuaron vendiendo mutuos mientras intentaban convencer a sus clientes de que no se presenten en la Justicia con reclamos contra la empresa.
Blaksley se cruzó con uno de sus viejos vendedores en octubre pasado, en el clásico café Exedra frente a la avenida 9 de Julio. El vendedor había sido alertado de que el financista estaba allí, en una mesa, que había sido visto desde la ventanilla de un colectivo.
El "Bernie Madoff argentino", vestido con su típico saco sport, le dedicó unos insultos desde la vereda: "Vos me cagaste", le espetó. En sus cálculos privados, afirman quienes conocen al financista, el creador de Hope Funds "cree que su empresa se desplomó porque algunos vendedores les dijeron a clientes que retiren su plata, piensa que vendía inversiones genuinas". El vendedor insultado volvió a cruzarse a Blaksley sobre la calle Reconquista en Recoleta, a fines del año pasado: esta vez, su ex jefe era acompañado por un guardaespaldas.
De vuelta en Comodoro Py, la Justicia evalúa cifras y nombres de contratos de mutuo relevados hasta ahora por la fiscal Mangano y aguarda la información requerida a través de múltiples exhortos nacionales e internacionales.
Las primeras respuestas llegaron el día 29 de diciembre: el fiscal Rómulo Bethancourt Rivera y el fiscal adjunto Marcos Mosquera, ambos de la Procuraduría de Panamá, enviaron una serie de mails a la fiscal Mangano sobre una decena de departamentos vinculados a Blaksley ubicados en el edificio PH The Panamera Residences en la capital panameña, registrados a nombre de la firma estadounidense Global Corporate Suites Inc. en el registro público de ese país. La intención de la Justicia argentina: congelarlos y embargarlos, algo que el fiscal Bethancourt le advirtió a Servini es también facultad de la legislación panameña. Así, Bethancourt le anunció a Servini la "aprehensión previsional" de los bienes para que queden a disposición del Juzgado Federal N° 1.
Sin embargo, estos departamentos son solo una parte del hipotético rompecabezas. Servini requirió el 3 de diciembre pasado través del Grupo Egmont -un concilio de las unidades de información financiera del mundo del cual Argentina es miembro- datos a Costa Rica, España, Estados Unidos, las Islas Vírgenes Británicas, Marruecos, Nueva Zelanda, Suiza y Uruguay. De repente, para la Justicia argentina, Hope Funds se vuelve un planisferio.